2.3.09

Lo opuesto al amor...

Para A.:

Hace unas semanas una persona depositó en mis manos un libro: Lo opuesto al amor de Julie Buxbaum. Ni idea me dije, pero lo leeré: " Es el libro de mi vida, tal vez porque me he sentido muy identificada...". Estas fueron sus palabras. Lo tomé con entusiasmo, saboreé cada palabra y sonreí con toda aquella parrafada en las cuales, de forma indirecta, sentía lo mismo que su protagonista, Emily. Las emociones fluyeron por sí solas. La entendí. Lo entendí. Me entendí. Lo entenderán:


" - Estaba claro que esto no iba a ser algo eterno, del tipo "fueron felices y comieron perdices". Eso lo sabías- digo, aunque por su silencio y por lo sucedido en los últimos días, resulta evidente que no(...)".

* * *




"(...) Lo contrario al amor no es el odio; ni siquiera la indiferencia.Es una evisceración de mierda, este harakiri. Este coger una enorme pala y desenterrar tu corazón, y tus intestinos, y no dejar nada atrás. Nada de ti que dar, nada siquiera que llevarse(...). Si amar es entregarse en cuerpo y alma, entonces esto, amiga mía, esto-la autoevisceración- es lo opuesto(...)."



* * *


"- (...)Escucha esto. Esta noche D. no ha llegado a casa hasta medianoche(...). Mientras estaba sentada en casa esperándolo, llegué al convecimiento de que me estaba engañando, ¿ y sabes cuál fue mi primera reacción?

Niego con la cabeza.

-Alivio.¿Te lo puedes creer?Me sentí aliviada porque(...) no me quedaría más alternativa que dejarlo(...). Hoy me he dado cuenta de que ser una cobarde es agotador.

-K.(...).Eres mi jodida heroína. Porque eres valiente. En realidad, tienes el valor de perseguir lo que quieres. No te estableces sólo porque el resto el mundo te lo diga(...). Los demás nos limitamos a deambular por ahí, llenos de miedo permanentemente, y hacemos las cosas porque asumimos que no tenemos otra elección(...). Si él necesitara uno de tus riñones, ¿ se lo darías?

-Rotundamente, no.- La respuesta es categórica. Lo ha dicho sin dudarlo ni un solo instante."


* * *



"No, no pienso en mí en absoluto. Así que, en su lugar, no digo nada y me macero en un incómodo silencio, y espero que la doctora Lerner se rinda(...).


-Hablo de los mecanismos de defensa, de cómo se cierra como una almeja y se anda con evasivas con su propia vida, ¿ y cómo reacciona?, ¿ qué hace? Se calla.

-Pero...


- Pero ¿ qué? Emily, despierte. Por dios, es su vida. Ya es hora de enfrentarse a ella. No podrá llegar a ninguna parte, no podrá superar nada, si de entrada no se permite sentir algo. Ya es hora."



* * *


"Para: Andrew(...)

De: Emily (...)

Re: No he podido evitarlo

Hola A. Sé que no quieres saber nada de mí, pero no he podido evitarlo. Quiero decirte algunas cosas:

Te quiero.

Te echo de menos.

Intentémoslo de nuevo.





Para: Emily(...)

De: Andrew (...)

Re: Re: No he podido evitarlo

Tienes que estar tomándome el pelo. ¿ Un correo electrónico? Madura, Emily. Por favor, déjame en paz."



* * *

"Ahora sé que has de conservar a aquellas personas a las que les daría uno de tus riñones, que no has de dejarlas ir por el hecho de estar demasiado jodida para entender lo que tienes. O demasiado asustada. Porque la verdad es que estaba asustada(...)."

* * *


"- De acuerdo, ya lo pillo. Tengo que comunicarme más(...).A veces, cuando quiero decir algo, sencillamente no me salen las palabras. Es como si hubiera un espacio, y sé que se supone que tengo que llenarlo. Pero no soy capaz."



* * *



"Mi primer pensamiento, cuando aparezco en la puerta del apartamento de Andrew a las seis de la mañana del día siguiente, es que quizá debería haber llamado antes(...). No estoy segura de cuánto tiempo llevo aquí, pero lo suficiente para notar las piernas cansadas y saber que la pintura del marco de la puerta está agrietada en ciento treinta y dos sitios exactamente. He contado hasta tres quince veces(...). Me paso el rato pensando en lo que podría decir, en si voy a ser capaz de llamar al timbre alguna vez y en si está en casa(...)."



* * *


-(...) Ya no tengo miedo. Vale, es mentira. Todavía estoy cagada de miedo, pero no permitiré que el miedo me domine. No puedo y no lo haré."



He aquí la historia de una Emily que luchó por amor, por sentir, por vivir...¿Demasiado tarde? Nunca es tarde si la dicha es buena...Luchemos por lo que queremos, quitémonos los miedos de vivir, de aceptar la realidad y de amar...En alguna ocasión tuve miedo, me asusté de mi propia vida...Poco a poco, poco a poco...poquito a poco...Yo "no permitiré que el miedo me domine...". Nos domine. Te domine...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Primiss, me alegro te haya gustado el libro (imaginaba que te gustaría). Muy buena entrada.

Besos

Flor de loto dijo...

Es la primera vez que comento en este blog de tanta hondura personal, y os voy a comentar con un cuento que he leido y me encanta: Va dedicado a una de las Primis, que en los últimos meses me ha ayudado mucho (porque querer me ha querido siempre):

Había una vez un reino feliz que solamente tenía un problema: un ogro se había instalado en la montaña más alta e inaccesible y acosaba a sus habitantes sin cesar. Un buen día tuvo la osadía de raptar a la hija única del rey y llevarla a su castillo en lo alto de la montaña. El rey, desesperado, publicó un edicto en el que ofrecía la mano de la princesa a quien la rescatase del ogro. Se presentaron dos caballeros: uno con una magnífica armadura nueva y reluciente, y el otro, un pobre caballero que había cogido prestada la armadura de su padre, que era vieja y, además, le venía algo grande. Ambos estaban tan enamorados de la princesa, que se arriesgaron a subir donde el ogro tenía su castillo. Cuando estaban preparándose para su tarea, llegaron noticias de que el ogro se había ido a otra cueva a cazar. Desde la cueva vigilaba el camino al castillo, de forma que nadie podría subir sin que él lo viese. Los caballeros, asombrados de su suerte, iniciaron la escalada. Cuando llegaron al lugar que estaba bajo la vigilancia del ogro, este les vio y les lanzó dos certeras flechas. Les dio a ambos en el hombro, en el mismo lugar, causándoles un dolor insoportable. Además, comenzó a gritarles: “Con esa flecha en el cuerpo nunca llegaréis al castillo, ni podréis subir las murallas. Perderéis mucha sangre, moriréis antes de llegar. Volved atrás”. El caballero de la armadura reluciente pensó, “Lleva razón”, y bajó rápido, pensando: “Necesito estar fuerte para llegar; en cuanto me cure y me sienta bien, volveré y venceré al ogro”. El de la armadura vieja hizo oídos sordos y con el mismo dolor y sufrimiento que el otro, siguió hacia arriba. Llegó al castillo, agotado y dolorido; pero según se acercaba se le olvidaban el dolor y su herida. Finalmente rescató a la princesa y se casó con ella, llegando a ser un rey muy querido en aquella nación. El caballero pobre no dio importancia a la herida y al dolor, mientras que el otro cayó en la trampa de pensar que primero debería sentirse bien para luego hacer lo que tanto anhelaba. El pobre, frente a su deseo de alcanzar su meta, no dio importancia a su herida ni hizo caso a los pensamientos que el ogro puso en su cabeza, mientras que el otro concedió importancia a sentirse bien, por encima de sus valores.

Mil besos.