16.7.08

Territorio "compadre"...

Esta historia está dedicada a mi ventana...


¿Alguna vez habéis llegado a pensar hasta qué punto la posesión puede convertirse en una obsesión? Aishhh qué poco miráis por la ventana...Sólo hay que asomarse un poco y ver a un gran hombre, hierático, apoyado sobre un coche ( que está frente a la ventana), guardando la entrada de la casa y sobre todo, su apreciado coche...

Todo hasta aquí es obvio hasta que...el coche desaparece y aparece una moto...frente a la ventana...Todo normal hasta que...desaparece la moto y aparece un coche...frente a la ventana...nada extraño...Pero si os digo que siempre está la misma moto y el mismo coche...¿eh?

Vale, vale, confieso...Es que resulta que ese coche y esa moto pertenecen al mismo dueño...el mismo de la ventana... ¿ qué hay tras la ventana que tan resguardada del sol y la lluvia está? ¿O es que debajo del acerado se esconde un tesoro, algo que todos desconocen y que sólo sabe ese gran hombre, hierático, que ahora apoya su codo sobre el retrovisor de la moto...?

Es como un territorio "comanche" al estilo compadre...cómo explicarlo...Es como si deseara cercar su casa, con una gran alambrada, llena de pinchos, por si alguien que no sea su coche o su moto se atreve a ocupar el sitio privilegiado delante de la ventana, la pobre ventana que no ve la luz ni bebe agua...

Pero, si ese gran hombre, hierático es humano...alguna vez su coordinación moto-coche-ventana...fallará...Pues si...pero sólo hasta que aquel despistado conductor que se colocó ante la pobre ventana que pensó que era libre...decide salir pitando del sitio cuando ve a aquel hombre, hierático, ahora apoyado en su ventana...Claro que el pobre conductor no acaba de arrancar el coche..cuando el gran hombre, hierático, apoyado en la ventana, resulta estar ahora justamente tras él...allá pegado a un volante...o al manillar de una moto, dispuesto a ocupar lo que le pertenece, esa pequeña porción de calzada, frente a su ventana...

Ahora me dirán ustedes...¿ la posesión es obsesión...? Si lo dudábais...acercaros a esa pobre ventana que no ve la luz ni bebe agua...y atreveros a desafiar al gran hombre , hierático, apoyado sobre su coche o sobre su moto...o sobre la pobre ventana...

13.7.08

Estelas de recuerdos

Corría días atípicos del mes de mayo en Sevilla, atípicos por sus templadas temperaturas, presencia de chubascos y la escasez de brillo del sol. Lucía, una chica muy interesada por el mundo de las letras, anima a dos buenas amigas y compañeras de salidas, aventuras, alegrías y penas a acudir juntas a la Feria del Libro de la capital hispalense.

Claudia ya había acudido con anterioridad a esta feria y contaba a sus amigas que había conseguido adquirir un libro que llevaba pocos días en el mercado, pero lo más importante, que había conocido al famoso escritor, dejando constancia de tal hecho la firma y dedicatoria con la que contaba su ejemplar de la obra. Pastori, la otra amiga, escuchaba expectante las palabras de Claudia, ella no tenía ningún libro firmado por un escritor y mucho menos dedicado.

Conversando sobre estos y otros temas (estudios, amigos, el nuevo tranvía sevillano…) llegan a la plaza donde se celebra tal evento. Multitud de personas pasean por el lugar, tan variopintas como lo puedan ser los diferentes libros que muestran los múltiples expositores. Comienzan a observar determinados puestos y, sin darse cuenta, se dejan llevar por la multitud hasta acabar en un corro improvisado en una esquina de la plaza. Buscan un hueco desde el cual tienen suficiente visibilidad como para observar al personaje protagonista de tal aglomeración de personas, se trata de un hombre que muestra sus cualidades artísticas y humorísticas a los asistentes, cualidades que dejan indiferente a estas tres amigas. Lo que sí consigue sacarles unas carcajadas es el oportuno comentario de Claudia acerca de tal personajillo.

Continúan su visita por los expositores, ven, observan, comparan y leen las sinopsis de los libros que más llaman su atención: obras de actualidad, de psicología, cuentos infantiles… Mientras pasean atienden a la voz que sale de los megáfonos dando publicidad a diferentes librerías o bien anunciando la visita a la feria de distintos escritores. Les sorprende a las amigas que se celebre la firma de libros por parte de un conocido grupo que canta sevillanas (¿pero esta gente no se supone que tienen que firmar sus autógrafos en las carátulas de los discos? Aishh si ya lo dicen los abuelos, que este mundo está loco.)

Pastori no sabe qué libro comprar. Ella actualmente se encuentra sumergida en la lectura un libro que le apasiona y con el que está descubriendo cosas muy interesantes sobre la cultura china (muchas “chinaditas” como dicen en tono burlón sus dos amigas…pero ella piensa que quizás los celos por todo lo que ella está aprendiendo es lo que provoca la burla). Al final Pastori se decide por comprar un libro del que le hablado muy bien y sale económico, pero no lo empezará a leer hasta terminar su aventura por el imperio chino.

Claudia no compra ninguno, puesto que en su anterior visita a la feria ya se llevó lo que le interesaba. Y Lucía, decide comprar, pero no para ella, sino para su hermana Dolores, la pequeña, con el propósito de conseguir inculcar en ella el hábito de la lectura. Justo después de hacer su compra, y mientras sus amigas caminan entre expositores, Lucía se acerca a otro puesto donde se anuncia una firma de libros…Se para delante del puesto y observa varios ejemplares del mismo libro de poesía infantil, y justo detrás de éstos, a un señor solitario con sonrisa en los labios y mirada triste. Lucía coge un libro y lo hojea (en realidad, no podría decir si lo está hojeando por curiosidad o por compasión hacia el solitario autor). En tal momento sus amigas acuden a tal expositor en su busca, y se encuentran con una escena que les cuesta creer.

Lucía, con la intención de animar un poco la tarde del pobre escritor que incluso se levantó de su silla ante su presencia, entabla con él una conversación. Ella, no tiene nada mejor que decirle, que plantearle que quizás él se haya equivocado en su vocación literaria, no habiendo optado por la literatura más comercial, pues según Lucía le dijo “la poesía, no suele gustar mucho a los niños”. ¡¡TOMA ALLÁ!!
Claudia y Pastori no daban fe a lo que oían. El hombre, ante el comentario, salió airoso como buenamente pudo, y Lucía al tomar conciencia de lo que acababa de confesar al poeta autor del libro, opta por sonreír, mirar a sus amigas y decir mostrando un forzado entusiasmo:

- Pastori mira que bonito, está muy bien ¿verdad?, tiene ilustraciones y todo, y además a buen precio. Él es el escritor y te lo firma. - dijo señalando al libro y al poeta, que observaba antentamente a las amigas.

Pastori, decide entonces comprar el libro, cosa que antes no pasaba por su imaginación, pero su amiga parecía una vendedora profesional y de alguna manera habría que poner fin así a esa tensa situación.

El escritor se quedó con su marcada sonrisa en los labios, y seguro, que ese comentario de Lucía, quedará en un lugar destacado de su memoria, para comentarlo como pura anécdota a sus colegas, o quién sabe, le ayude a reflexionar acerca de su futuro como escritor.

Las tres amigas (Claudia, Lucía y Pastori) se alejaron del puesto y de la Feria con risas flojas y carcajadas por aquello que acababan de vivenciar. Lucía, nunca pensaba que su empatía y sus ganas de ayudar a los más desamparados le llevaran a decir esas barbaridades.

Pastori a fin de cuenta estaba feliz, puesto que ya podía presumir de tener un libro firmado por su autor y con dedicatoria incluida. Además, estaba segura que con sólo mirar el libro, sin necesidad de abrirlo, se dibujaría una sonrisa en sus labios, puesto que recordaría aquella situación tan embarazosa que vivieron delante del autor.

"Ante la puerta de casa"

No siempre es igualmente fácil ese instante en que nos encontramos ante una puerta. Con frecuencia asaltan algunas dudas o se consolidan algunos temores. Titubeamos, quizá, antes de hacer sonar el timbre o de golpear con nuestros nudillos. O de introducir la llave. Por fin, hemos llegado. Pero no siempre esperamos encontrar las condiciones que soñamos, que buscamos, que deseamos, que necesitamos.

Podría ocurrir que tras el umbral se abriera un vacío, un abismo o un silencio, algo que nos abordara con cierta violencia. Nos atemoriza pensar que alguien sin rostro, sin palabra, aguarda hierático como solo nada o nadie podría esperarnos. Y dudamos si arriesgar o huir.Así se explica esa distancia que en ocasiones se interpone o se crea entre el fin del trabajo y la llegada a casa, entre la última ocupación y ese encuentro que no sabemos si precipitar o postergar. Y toda una celebración de la demora adopta múltiples y variadas formas. E inventamos buenas razones para retrasar esa llegada, porque la puerta es un acceso a tareas bien conocidas, pero también conforma el enigma de lo imprevisible. Antes de abrirla, es difícil sustraerse al recuerdo de aquellas ocasiones en que la hemos cerrado o nos ha sido cerrada.

Un portazo no es solo contundente o brusco, un portazo es, en ocasiones, definitivo. La puerta comporta tanto el gesto de abrir como de cerrar, es tanto acceso como clausura. Por eso, a veces, cuesta tanto salir. O entrar.De pie, ante la puerta, espejo opaco, lápida infranqueable, o quizá acceso a otra vida llena de ocasiones y de afectos, nos detenemos. A su lado, alineadas, otras puertas nos alejan de vidas próximas y ocultas, de seres cercanos distantes, de mundos tan ruidosos como inauditos, los de los otros, en sus habitáculos, en sus estancias, en sus casas.

En general, las puertas son tristes, hasta las más agradables. Desearíamos que fueran más franqueables, incluso que no fueran necesarias, que el dintel fuera un arco, un trenzado, una salutación. Resultaría sano que antes de traspasar su umbral contuviéramos el aliento o el paso, siquiera de nuestra alma, de nuestro corazón. No para vislumbrar lo que nos espera, sino para preferir entrar y confirmar que estamos dispuestos a aportar. Solo así llegaremos de verdad. Nada interesante se encuentra tras la puerta si somos indiferentes para con ello, si nosotros mismos al acceder al interior no tenemos que ver con él, con que resulte más o menos agradable. Y si no es así, porque ya todo está acabado, es como es, más vale reconocer que ese sitio no es ya el nuestro. Pero tal vez al llamar alguien salte a nuestro cuello, o nos abrace o nos acoja. O un sereno silencio nos abrigue. Y entonces la puerta es la puerta de casa.


Revista Psychologies, Ángel Gabilondo, Julio 2008

9.7.08

La pasión y la ira...¿ cogidas de las manos?

Ella tomó un cojín y se lo colocó en el regazo, como para escudarse de él. "Si me haces el amor, no mentiré para ocultarlo y, si te lo hago yo, tampoco."

Se llevó el cojín al corazón, como si deseara sofocar esa parte de sí que se había desmandado.

"¿ Qué es lo que más detestas?",preguntó él.

"La mentira. ¿ Y tú?"

"La posesividad", dijo él. " Cuando me dejes, olvídame".

El puño de ella salió disparado hacia él y le golpeó con fuerza en el hueso debajo del ojo. Se vistió y se marchó.

El paciente inglés, Michael Ondaatje.



Dos amantes a escondidas del mundo...Su final, no lo desvelo...Me impactó la escena, la ira con la que abandona a su amante...

Como la vida misma, la pasión nos mueve: pasión por aquella persona a la que amamos, por el trabajo que deseamos, por el sueño que idealizamos ... Todos actuamos conforme a unos sentimientos hacia alguien o algo... La ira despierta en nosotros cuando perdemos lo que tanto hemos querido, cuando las circunstancias nos vencen, cuando lo deseado se evapora, cuando no aceptas la realidad... No aceptar ser amantes, no querer perder lo que posees, no sentirse vulnerable al mundo...

















8.7.08

" Te quiero..."

(...) En Seatle (Estados Unidos), el Laboratorio del Amor de dos investigadores, John y Julie Gotman, estudia la vida en pareja a largo plazo. Pretenden averiguar lo que diferencia a las parejas duraderas, en plena armonía de aquella que acaban- a veces pacíficamente-como una tormenta de verano.

Según este estudio, es necesario que los dos mienbros de la pareja respondan afirmativamente, con total honestidad, a tres preguntas sencillas en apariencia, pero que, en realidad, puede que no lo sean tanto:

1. "¿ Te gustaría tener a esta persona como amigo(a)?" Es decir, ¿tendrías con ella una relación rica y fructífera, aunque no hicierais el amor y aunque no entrara en vuestros planes tener hijos juntos? Esto elimina de glope a todas aquellas personas a las que solo los una la atracción física o proyectos del todo ajenos a la realidad sencilla que conlleva la vida diaria...Cuando digo " te quiero", ¿ estoy diciendo "me gusta vivir a tu lado, aún sin caricias e incluso sin planes de futuro?"

2. "¿Respetas a esta persona como tal, con sus gustos, su manera de ser, sus valores?" Es decir, en su relación con el mundo y los demás, sin tener en cuenta su comportamiento hacia ti. Esto nos permite juzgar si la amamos por otra cosa que lo que nos aporta ( que quizás no dure para siempre), pero también por su manera de ser con respecto al resto del mundo ( que probablemente si dure para siempre). ¿ Decir "te quiero" es como decir "tu simple presencia representa un regalo para el mundo?"

3. " ¿ Estás preparado para aceptar que ciertos defectos no cambien nunca?". Es decir, los defectos que ya te irritan a diario y que lo más probable es que persistan con el tiempo como estropear el coche que tenéis en común o su tendencia a no cambiar en nada o que siga viendo a sus amigos todos los fines de semana...¿ Mi " te quiero" quiere decir que me he convencido de que lo que no me conviene se atenuará con el tiempo? ¿ O bien que soy capaz de decirte que todo lo que me gusta a ti es tan fuerte y tan único que te quiero a pesar de nuestras diferencias? ¿Puedo afirmar, desde lo más profundo, que te quiero con tu verdad?(...)

Artículo de revista Psychologies, "Te quiero...", David Servan-Schreiber.

7.7.08

Hacer por hacer

"(...)No sé si hacer/O más bien deshacer/Hacerlo mal o hacerlo bien/Hacer por hacer..." Si tarareamos esta canción de Miguel Bosé, seguro que más de uno/a se sentirá identificado/a puesto que vivimos en continuas oposiciones...con constantes idas y venidas, encuentros y rupturas, verdades y mentiras...y siempre nos queda la duda: no saber qué hacer.

Yo no sé qué hacer...si llorar o reir, si arriesgar u olvidar, si sentarme o estar de pie...si querer u odiar...si desaparecer o aparecer...si hablar o callar... No sé qué hacer...si " hacerlo mal o hacerlo bien"...

¿ Qué he de hacer? HACER POR HACER...

5.7.08

Nuestro nuevo blog

Tenemos que decir que hemos tenido un problema con el antiguo blog (Susurros de Abril), así que hemos creado este otro con nombre renovado.
Nos hemos entretenido en cortar y pegar las entradas que teníamos y los comentarios correspondientes.
El problema es que la fecha que aparece es la actual, y por lo tanto todas las entradas tienen la misma fecha (bueno, algunas tienen día 5 y otras día 6 de julio, porque lo he realizado en el tramo horario que, según dicen, marcan el paso de un día a otro).
A ver si alguna primis... consigue dar solución al problema de las fechas... que me gustaría a mí recordar la fecha en que cada entrada se escribió. A los comentarios sí que les he pegado la fecha antigua... para que quede constancia.

Sin más, un besito, y espero que este blog sea un sitio agradable, actual, divertido, con vidilla ... resumiendo... un sitio donde tenga ganas de entrar cuando encienda mi ordenador.

Y nos sentimos...romanas...


Alguna que otra recibió hasta nombre romano... ¿verdad, romana Claudia?


Nuestra visita a las ruinas de Itálica y al teatro romano, si ha estado por algo caracterizada ha sido por el intensa y agobiante calor. Pero bueno, digamos que ya nos lo veíamos venir y estábamos hechas a la idea y bien preparadas... (aunque una primiss se dejó caer con unos abrigaditos vaqueros -muy mona ella-, pero acabaron remangados hasta casi la cintura).



En las ruinas, aunque hemos estado poco tiempo porque teníamos cita en el teatro y no hemos podido visitarlas al completo, hemos disfrutado. Hemos podido admirar el anfiteatro, sentirnos gladiadoras, imaginarnos los leones y el grito con fervor del público y pasear por la calzada romana. Ha sido curioso, porque ante cada escena que visualizada han venido a mi mente los recuerdos de cuando mis pies de niña pisaron aquella misma ciudad romana... acompañada en aquel caso de mis compañeros y maestros.



La visita al teatro, ha sido muy didáctica, con mucho agrado y entusiasmo una guía nos explicaba cómo los romanos disfrutaban de sus visitas al teatro, cómo se distribuían por las gradas dependiendo de su clase y condición social y qué espectáculos solían ver. Para ponernos en situación, el otro guía de la actividad, preparó a un grupo de niños de la visita para que escenificaran tragedias, comedias y mimos.



Ha sido curioso conocer que lo que hoy es Itálica, en tiempos romanos era como una urbanización a las afueras de la ciudad. La ciudad romana más primitiva se encontraba en los suelos del actual pueblo Santiponce (siendo por lo tanto, los restos romanos que se puedan encontrar aquí, más antiguos que los de Itálica).



Pues eso... que hemos pasado una buena mañana (con compras y almuerzo y incluido). Gracias primis por proponer esta visita y por animarme a acudir.



Pero la próxima... en invierno por favor, jeje...