15.10.08

Carta de un hijo a todos los padres...

No me des todo lo que te pido. A veces sólo pido para ver hasta donde puedo coger.

No me grites. Te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar a mí también.

No me des siempre órdenes. Si en vez de órdenes a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

Cumple tus promesas,buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer. Decide y mantén tu decisión.

Déjame valerme por mí mismo. Si tú haces todo por mí, yo nunca aprenderé.

No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las digas por ti, aunque sea para sacarme de un apuro. Me haces sentir mal y pierdo la fe en lo que me dices.

Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga el porqué lo hice. A veces, ni yo mismo lo sé.

Cuando estés equivocado en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de ti y me enseñarás a admitir mis equivocaciones.

Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que, porque seamos familia, eso no quiere decir que no podamos ser amigos también.

No me digas que haga una cosa y tú no lo haces. Yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas, aunque no lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.

Enséñame a ser solidarios con los demás. No importa si en el colegio me quieren enseñar, porque de nada vale si yo veo que a ti no te importan los problemas de los demás.

Cuando te cuente un problema mío no me digas: " No tengo tiempo para boberías" o "Eso no tiene importancia".Trata de comprenderme y ayudarme.

Y quiéreme y dímelo. A mi me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.

9.10.08

Diario de una maestra interina

Descolgar el teléfono y recibir la noticia de que al día siguiente tienes que pisar tierras malagueñas y que por la cuenta que te trae tienes que pisar fuerrte porque te quedarás allí currando hasta junio, en un principio, la verdad es que no sienta muy bien. Sobre todo si se trata de un momento de tu vida en el que no te apetece para nada salir de tu casa y dejar atrás todo.

Pero bueno, no había otra opción, así que eso hice, dirigirme a la ciudad malagueña y posteriormente a ese pueblo del que nadie me decía otra cosa que no fuese que es un pueblo precioso de casas colgadas en la montaña.

Y nada, aquí estoy, aquí sigo... adaptándome al cambio de vida, de clima, de paisaje, de gente, etc. Pasando de salir poquísimo de casa a estar fuera toda la semana, de las calores sevillanas al frío y humedad de la montaña, del tráfico propio de ciudad a las cabras del lugar, de los altos edificios a las altas montañas con mar de fondo, de cruzar miradas con gente pegadas al móvil y MP4 a cruzar palabras de saludo con gente que te observa con sonrisa en la cara y curiosidad en los ojos.

Ni todo es color de rosa, ni todo es tan oscuro como en un principio yo me lo pude pintar. Todo lo compensa trabajar con niños de 6 añitos y recibir sus sonrisas y cariño todos los días. Además, ayuda muchísimo estar agusto con los compañeros y convivir con personas en similiares circunstancias a la tuya.

Por supuesto, echo mucho de menos a mi familia, a mi casa, a las primiss, etc... Desde aquí mando un gran abrazo y siempre llegarán los fines de semana y los puentes (como el que se avecina...jeje)

3.10.08

Una de verdades...

Hoy en el períodico ADN me topé con un artículo de Risto Mejide, aquel que conocemos como jurado de OT...y que no tiene "pelos en la lengua". Hay palabras que ofenden, pero otras que nada más dicen la verdad...Y he aquí un genial artículo acerca de lo que hemos sido, somos y querremos que sean nuestros descendientes:


Tengamos un crío.

Tengamos un crío. Hagámoslo ya. Encarguémoslo aquí y ahora. Fruto seco de nuestro amor, carne viva de nuestra carne, sangre fría de nuestra sangre que hoy me la noto toda en el mismo sitio.Hagamos un hijo. Tengámoslo ya. Qué bien lo vamos a pasar fabricándolo, ya lo verás. Solución a todos nuestros silencios, sentido de cada uno de nuestros antepasados, amortiguador más antiguo del mundo para todo tipo de baches, como éste que nos preocupa.

Gestemos la criatura. Gestémosla en ti. No veas las ganas que tengo de verte gorda, cansada, dolorida, irascible e hipersusceptible durante nueve meses de nada. Con suerte, igual tienen que sacártelo antes, dejándote una estupenda raja de lado a lado para toda la vida. Traigámoslo al mundo.

Traigámoslo ya. Alguien que a los 2 te llame mamá, a los 10 proveedora de saldo, a los 15 vieja demente, a los 30 canguro low-cost y a los 50 no te llame más que el día que toque visita en la residencia en la que te haya metido contra tu voluntad.

Hablemos del crío. Hablemos de él. Pasémonos los próximos dos años acaparando toda conversación en cualquier acto social y familiar hablando, sin venir a cuento, de caquitas, gestitos, palabritas, nochecitas, biberones, y cualquier otra monería que salga por la boquita o por el culito del bebé. Como si a todo el mundo le fuese la vida en ello.

Eduquemos al niño. Eduquémosle bien. Dejemos que se exprese, sobre todo si es sobre un extraño. Riámosle las gracias, las patadas, berridos y ataques de cólera en lugares cerrados como un avión, un autobús o un tren, que no dejan de ser afirmaciones libres de la incipiente personalidad del chaval. La gente adulta tiene que entenderlo, compartirlo e incluso celebrarlo con nosotros. Forma parte de la alegría de crecer. A que sí. Cómo puede sentirse alguien molesto, con lo bonito que eso es. Apuntémosle a ballet, natación, ajedrez y karate. Espera, tú siempre has querido tocar un instrumento. Pues que también estudie piano, guitarra y bandurria gaditana. Que lleve con la cabeza bien alta todas y cada una de nuestras frustraciones, que para eso está. Y que entienda desde pequeñito que sus padres le querremos mucho pase lo que pase, aunque si llega a ser Martha Graham, Michael Phelps, Arturito Pomar o Barenboim, igual le querremos un poquito más.Eso, queramos al niño. Querámosle bien. Permanezcamos juntos incluso cuando se nos haya acabado el orgasmo, el amor y los piropos, y hagámoslo sólo por el miedo a perder la custodia. Da igual que para ello tengamos que transformar nuestro hogar en un infierno. Eso es lo de menos. Sintamos orgullo.

Hinchemos la boca. Que gracias a nuestro esfuerzo, nuestro empeño y dedicación, en este planeta hay más gente y a partir de ahora toca a menos por barba de lo bueno, sí, pero de lo malo también. Que parir un crío es casi tan positivo como adoptar, pero sin tener que pasar cientos de engorrosas pruebas que pongan en evidencia nuestra inaptitud. Y no te preocupes que al final, si desde cualquier texto abyecto se nos pone de vuelta y media, siempre podremos esgrimir el argumento más ridículo y definitivo. Que hasta que no se vive, no se sabe de lo que se habla.Mismito mismito ocurre con la muerte.